Bases del concurso hasta el 29 de julio de 2016

Bases del concurso hasta el 29 de julio de 2016

Todo aquel que adquiera cualquiera de mis libros en formato Kindle podrá optar al concurso. El premio será un lote de tres libros en papel a elegir entre los que tengo publicados.

Bases:

1) Para optar al concurso tan sólo es necesario mandar una prueba de compra de Amazon al correo electrónico domingoplumaroja@gmail.com.

2) No es necesario enviar la dirección ni ningún otro dato personal para optar al concurso.

3) A todo aquel que participe se le enviará un número del 0 al 99.

4) Ganará todo aquel que coincida su número con las dos últimas cifras del gordo del sorteo de la lotería nacional del 30 de julio.

5) Los ganadores, si no me pongo yo en contacto con ellos, me mandarán un mail con el número con el que participaban. Me enviarán el nombre y una dirección de envío del premio.

6) En el mail me indicará los tres libros que desea que le envíe de entre los que tengo publicados.

7) El envío se realiza desde EEUU, por lo que suele tardar alrededor de 1 mes en llegar, paciencia.

8) Importante. Si resulta que vives en un país al que el servicio de envío de libros de Createspace no  llega... pues te quedará la satisfacción de haber ganado un lote de libros que nunca te llegarán.

9) Me quedaré con su mail para mandarle novedades en mis blogs y en mis libros. No mando todos los días, porque soy muy vaguete y además no me gusta molestar, y siempre se pueden dar de baja del servicio de suscripción.

10) Los libros que entran en el sorteo son que aparecen en el siguiente enlace

11) Me reservo el derecho de descalificar a todo aquel que no cumpla con el espíritu del concurso (troles, envíos masivos de comprobantes no comprobables, etc)

12) Podéis participar cuantas veces queráis. Un comprobante, un número.

13) Si hay más de 100 participantes, se vuelven a dar números desde el principio. El premio no se reparte, si le toca a 2, los dos elegirán su lote de libros.

14) Si has comprado algún libro hace tiempo o te has descargado alguno de forma gratuita (en la promoción que hice de En el Olimpo no hay Diosas, por ejemplo) o te lo has comprado en papel, no importa, mándame el comprobante, y entrarás en este primer sorteo.

15) Y lo de siempre, participar en el concurso significa aceptar las bases, que están aquí, ni notario ni leches, así que no me la lieis u os descalifico, que también me reservo ese derecho.

Suerte y a por el premio.


Radiografía de un atentado



Isabel se bajó del coche antes de que se detuviera. Su compañero, Miguel, había detenido bruscamente el vehículo policial delante de la vivienda donde habían localizado a Ahmed. Éste salía del portal y al escuchar el chirriar de las ruedas al frenar se dio la vuelta, sobresaltado.
Isabel sacó la pistola. Sabía que era un delincuente muy peligroso, tenían que actuar con precaución. Se encaró al árabe que le miraba fijamente. Miguel rodeó el coche y se acercó desde un lateral.
-          No te muevas, levanta las manos.
Ahmed retrocedió despacio. Vestía un pantalón vaquero ancho y llevaba una gruesa chamarra impermeable, a pesar de que la temperatura primaveral era muy agradable. Pero para quien se ha criado en Ceuta la temperatura de Madrid siempre le parece fresca.
Miguel se acercó apuntándole a la cabeza. Isabel le tenía controlado.
-          Levanta las manos despacio y ponlas sobre tu cabeza. Date la vuelta y arrodíllate.
Ahmed levantó las manos, obedeciendo, sin quitar ojo a los dos policías que le apuntaban con sus armas. Empezó a murmurar algo en voz baja.
La gente se empezó a acercar curiosa por lo que estaba pasando. En aquel barrio de la capital las redadas y detenciones motivadas por la droga y la delincuencia eran relativamente frecuentes. Pero no por ello dejaba de ser un espectáculo.
El barrio estaba poblado mayoritariamente por inmigrantes, y entre ellos, los marroquíes y argelinos suponían un porcentaje muy importante. Algunos de ellos empezaron a increpar a los dos policías que apuntaban con sus armas a su compañero.
La calle había quedado cortada por el vehículo policial, que ocupaba cruzado los dos carriles. Tenía las puertas abiertas, y la sirena interior lanzaba sus destellos azules. Detrás había parado una furgoneta de reparto, que empezó a hacer sonar la bocina en señal de protesta.
De los comercios de alrededor salía gente que se arremolinaba en la calle. La situación se estaba poniendo tensa. Si no le detenían rápidamente y se lo llevaban de allí, tendrían problemas.
Ahmed seguía murmurando algo en voz baja, mientras levantaba las manos por encima de la cabeza. Se estaba envalentonando, por lo que se imponía solucionar aquello. Miguel se acercó al sospechoso, cuyo murmullo empezaba a ser audible.
Guardó su arma mientras sacaba las esposas. Con Isabel apuntándole a la cabeza, la situación parecía controlada. El murmullo se había convertido en un grito monótono.
-          Allāhu Akbar, Allāhu Akbar, ALLĀHU AKBAR
Miguel le cogió para ponerle las esposas, notó cómo debajo de la manga, por la muñeca le bajaba un cable. Ahmed se le encaró, mirándole fijamente. Fue tan sólo un segundo.
-          Allāhu Akbar
Isabel pudo ver un pequeño mando en su mano que accionó. Se escuchó un pequeño click y de repente quedó cegada por un impresionante resplandor. Sintió cómo volaba por encima del coche policial hasta estrellarse contra la acera al otro lado de la calle.
La explosión se llevó por delante a Miguel. La onda expansiva llenó de cristales la calle. Sobre Isabel cayeron fragmentos desde las ventanas. Estaba aturdida. Sólo escuchaba el ruido de las alarmas de todos los negocios de la calle que habían saltado por la explosión.
Un hombre barbudo con la cara ensangrentada se agachó delante de ella. Se la quedó mirando mientras empezó a gritar y a agitar las manos, pidiendo ayuda. La tumbó sobre el suelo y se quitó la chaqueta que llevaba, poniéndosela debajo de la cabeza para intentar ponerla cómoda.
-          Estese tranquila, señorita, enseguida llegarán las ambulancias. ¿Tiene frío? ¿Quiere que la tape? – tenía un fuerte acento árabe.
-          ¿Miguel? ¿Mi compañero? ¿Cómo está mi compañero? – Isabel se intentó incorporar, pero le dolía mucho la espalda por el golpe.
-          No se levante, su compañero… no ha podido ser, lo ser.
Isabel se derrumbó. Se tocó la cara, estaba húmeda de sangre. Se tocó el pecho. Llevaba aún puesto el chaleco antibalas. Recorriéndolo con las manos sintió trozos de metralla clavados en él. Le había salvado la vida, pero su compañero estaba demasiado cerca de la explosión, era imposible que hubiera sobrevivido.
Aquello no se lo esperaba. Ahmed era un delincuente, nunca hubiera sospechado que se trataba de un terrorista y menos aún suicida. No era su perfil. No entendía qué era lo que había pasado.
Con la mirada buscó su pistola, que la había perdido en la explosión. Entonces se dio cuenta de la magnitud de lo ocurrido. La mayor parte de los coches tenían los cristales rotos, así como las viviendas de alrededor hasta una altura de 4 pisos.
Había gente herida por el suelo y otra que intentaba ayudar. A pesar de que el hombre que la había ayudado a tumbarse le negaba con la cabeza, se puso de pie. Se sintió algo mareada, pero apoyándose en un coche se pudo incorporar entre los cristales que jalonaban la acera.
Vio el lugar de la explosión. En la pared de atrás había una inmensa mancha negra de la explosión y roja de sangre. Aquel amasijo de carne que salpicaba el muro era Miguel.